En Cádiz hay una máxima que cada año se confirma. Y es que
en esta bendita ciudad cuando menos procesiones salen es precisamente en Semana
Santa. Debemos figurar en el Libro
Guinness de los récords como la población con más desfiles procesionales
por metro cuadrado del mundo.
Debe ser por esa fama que tenemos los del sur de hacer mucha
vida en la calle, que claro, hay que sacar las innumerables figuras religiosas
a dar su vueltecita gaditana, ellas no van a ser menos, que dentro de las
iglesias cogen mucha humedad. Sin contar con la caída en la asistencia a los
diferentes cultos organizados por la Santa Madre Iglesia. Se ve que cada
vez hay menos practicantes. Así que si
Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma, si la gente ya no va a las
iglesias, que las iglesias vayan a la gente. Pura estrategia de marketing.
Y además son un imán para la lluvia y el mal tiempo. La
culpa del cambio climático tiene su origen en esta afición por el paseo de
Santos, Vírgenes y Cristos en todas sus variadas formas y posturas. No hay
manera que llegue el calorcito, dicen muchos. Normal. Si es que no dejamos que
venga. Siempre ante las sequías y la escasez de agua los han sacado a la calle,
y claro, pues se han vuelto profesionales del tema. Estamos volviendo locos a los
más prestigiosos meteorólogos que ya hasta dudan que vaya a haber verano.
En el último mes y medio me he encontrado por las calles de
esta santísima, apostólica, católica y romana ciudad con rosarios públicos,
traslados de pasos para ir a o venir de una procesión, veinte o treinta Corpus
diferentes, el paseíto de los devotos rocieros, que si ahora María Auxiliadora,
que si la Madre del Buen Pastor, que si el Corazón de Jesús, que si Santa
Teresa de Jesús necesita que le dé el aire (será para que no huela su famoso
brazo incorrupto), la Patrona para acá, la Patrona para allá, que si una cruz
de mayo… ¡Socorro!
Cádiz es un Jueves Santo Chiquito perpetuo.
Estupefacción.
(Publicado en El Independiente de Cádiz el 13 de Junio de 2013)
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