Durante el próximo mes de junio deberían celebrarse en el coliseo cadista las comuniones de esos niños vestidos de marinero, almirantes y otros rangos de la Armada, con una sección de castillos hinchables y grandes toboganes desplegados por el ancho césped que harían las delicias de nuestros infantes y de las familias de éstos. Lo hago extensible a bodas, bautizos y sacramentos varios. Funerales… también.
En julio y agosto, viendo el éxito de las carreras de caballos de Sanlúcar de Barrameda podrían adaptar el césped de la instalación deportiva y montar un hipódromo. Pasar de ser la pequeña Bombonera al pequeño Ascott. Precioso. Todos con estrafalarios sombreros apostando a caballos de rimbombantes nombres como Sea Biscuit o Chocktaw Star. Lo que daría por ver a nuestra sempiterna alcaldesa con una gran pamela con forma de Frigo-Pie presidiendo la competición…
Aprovechando la llegada masiva de cruceros una forma de embelesar al turismo anglosajón sería organizar allí partidos de cricket entre los turistas, deporte por el que sienten una extraña pasión. Le daría un toque exótico a la ciudad ya que atraería a la alta clase inglesa a viajar a la zona, como ya hacen buscando el sol en los campos de golf de la provincia. Y los domingos que no hubiera partido, a imagen y semejanza de Central Park en New York, ofrecería la tupida hierba para picnics y barbacoas familiares previo pago de una entrada simbólica.
Total, ya hay un circo montado allí permanentemente semana tras semana, año tras año…
Estupefacción.
(Publicado en El Independiente de Cádiz el 30/05/2013)